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Un día cualquiera estás en medio de la nada y te sorprendes de no saber cómo has llegado ahí. En un instante la noche te alcanzará y te sacará de tu rutina para perderte por la vida, para seguir siendo un alma perdida. Cuántas heridas hacen falta para rectificar, para abrir los ojos y no caer más.

Perdiendo el tiempo

Por extraño que pueda parecer siempre he creído e incluso he sentido que la vida tenía un propósito, una razón última de existencia. Pero hoy me he dado cuenta de que no es así. Que las cosas pasan de modo arbitrarias y que por muchos años que tengamos nunca entenderemos la causalidad de nuestro propio recorrido y de nuestro propio ser.

Horas felices

Hoy la felicidad ha llegado a mí de ese modo oscuro y absurdo que siempre llega; una tarde cualquiera te sientas a esperar que pase la tarde y sin embargo, es la vida quien llama a tu puerta.

Una isla

Hoy los recuerdos llegan a mí de forma desordenada, hoy es uno de esos días raros donde parece que no pasa nada y sin embargo, ocurre todo. Es en estos momentos, cuando te retiras a un mundo más tranquilo, a una calma que te aleja de todos los peligros y te alimenta el alma. En estos días raros tu alma no es tuya, es de las miles de voces que reinan en tu interior. En días como los de hoy yo me compro mi isla para no compartirla con nadie

Mares y mareas

Ahora no sé donde está el camino que me tiene que llevar hasta un horizonte tranquilo. Ante mí se abre un mar bravío que tengo que surcar en mi pequeño navío. La tempestad me atrapo en una noche de estrellas; nada hacia presagiar lo que ocurriría después.

Un cielo en calma, una brisa serena y una mar plácida parecía augurar una travesía serena; pero al caer la noche, al llegar el ocaso, el aire cambio; el viento del norte empezó a soplar y la mar se batía rabiosa; el sol se había marchado y la luna sonriente iluminaba el escenario de destrucción.

Ahora la tempestad está en mí, la rabia inunda mi alma y mi ser; mi corazón late al ritmo de esa mar traicionera. En la oscuridad de la noche mil peligros se ocultan, mil sombras acechan y en ningún lugar me puedo esconder.

Perdido entre señales

Qué signos no supe ver, que señales no entendí; ahora ya es demasiado tarde, ahora ya no hay nada. Retratos del pasado, imágenes de otra época, de un tiempo feliz que ahora se ha ido.

Tantas veces me he inventado que ya no sé que queda de lo que fui ayer, tantos miedo he sentido que ya ninguno temo. Ahora el viento del norte sopla fuerte mi alma y ésta vez no hay nadie que le dé abrigo

Tiempo sin ritmo

El tiempo sin ti pasa lento, no quiere avanzar, mi reloj se paro cuando me dijiste que se acabo. Ya no hay motivos para seguir, no hay futuro por conquista, no hay esperanza y el desierto amargo de la soledad se abre ante mí. No me es ajeno, somos viejos conocidos aunque creí, pobre ilusa, que nunca más, volvería a él.

Sé que no hay oasis, que su sol es abrasador y sus noches frías y oscuras, que un manto de estrellas ilumina la noche pero que no da calor.

Conozco cada uno de sus peligros y cada uno de sus recodos, mil veces lo he recorrido, pero sé que esta vez dolerá más