Mea Culpa?

A la vida le gusta ponernos en situaciones absurdas de vez en cuando, sólo para ver como salimos de ellas, para entretenerse mientras nos mira impasible y tranquila. Y es cuando te sientes como el niño aquel qué no es capaz de desenvolver el caramelo y que mira al adulto en busca de ayuda para descubrir que está viendo en la tele cualquier programa absurdo que no entiende.

Entonces te entran ganas de gritar y de decirle cuatro cosas bien dichas, pero como el niño eres incapaz de articular palabras que entienda el adulto y que le saque de su programa preferido. Y empiezas a sentirte frustrado y haces todo lo posible para llamar la atención de ese adulto salvador, cayendo en los mayores de los ridículos.

Cuando acepta que puede que lo del caramelo no sea tan importante y que ya habrá otra oportunidad, es entonces, cuando termina el programa de televisión, y el gran adulto se dirige al niño con tono condescendiente para saber que le ocurre. Y olvida todo lo anterior, y vuelve la ilusión y la fe; y con cara llena de lágrimas, incapaz de decir nada le acerca el caramelo. Pero, la vida siempre te guarda una agradable sorpresa y es ella la que se ríe al final del día. Y así descubre que el adulto no es capaz de desenvolver el caramelo.

Y percibes que en algún lugar no muy lejano hay alguien, que ya conoces de sobra, que se levanta de su sillón de privilegio y con una media sonrisa de satisfacción apaga la televisión; por hoy el espectáculo ha terminado, pero aún quedan mucho más días por venir